El insomnio en la vejez

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El insomnio en la vejez

Notapor Francisco » Vie, 12 Ago 2011, 18:58


---------------- EL INSOMNIO ----------------

Imagen¿Cuál es su importancia?

Los trastornos del sueño son problemas frecuentes e importantes en el anciano, y de ellos el más relevante es el insomnio. Siendo más frecuente, entre los ancianos, las mujeres, los individuos con un status socieconómico bajo y sujetos con trastornos psicológicos concomitantes.

Se ha demostrado, que su frecuencia aumenta con la edad, de forma que más del 50% de las personas mayores de 65 años que viven en su domicilio, refieren tener problemas habituales con el sueño cuando son interrogadas, llegando a alcanzar cifras de alrededor de 2/3 en el caso de ancianos institucionalizados.

Si bien es reconocido que el sueño reconstituye y que la consecuencia más importante de la falta de sueño es un aumento de la somnolencia diurna, su importancia radica también en que incide en el estado general de salud causando irritabilidad, mal humor, falta de concentración, deterioro de la memoria y, por consiguiente, disminuyendo la salud física y mental, con un intenso efecto negativo sobre la calidad de vida del anciano. Asociándose además, a un incremento de la morbi-mortalidad con disminución del grado de alerta, causando por ejemplo accidentes de tráfico.

Además no se debe olvidar, que estas alteraciones del sueño, provocan un uso más bien indiscriminado de fármacos para dormir, ocasionando una de las causas más comunes de reacciones adversas a fármacos entre los ancianos.

¿Cuándo hablamos de Insomnio?

Aunque existen varias definiciones académicas, en términos prácticos, este trastorno del sueño por defecto, se puede definir como: "Una dificultad para conciliar el sueño o para mantenerlo o incluso un despertar precoz, acompañados de una sensación insuficiente o no reparadora, que se presenta por lo menos 3 veces en una semana durante un mínimo de 1 mes, con las consiguientes repercusiones sobre la vigilia diurna, lo suficientemente graves, para dar lugar a cansancio diurno y otros síntomas observables"

El insomnio se puede clasificar de varias formas, teniendo especial interés práctico valorarlo en función de su severidad y duración. Así se habla de:

  • Insomnio transitorio: Su duración es inferior a una semana. Suele ser autolimitado y con un claro desencadenante, que en el caso de los ancianos, suelen ser los cambios de domicilio o dormitorio o las enfermedades agudas intercurrentes.
  • Insomnio de corta duración: Su duración se mantiene durante un máximo de 3-4 semanas. Frecuentemente su factor desencadenante es un trastorno afectivo-emocional, como la perdida de un ser querido o problemas con familiares o amigos. Ocasionalmente esta causado por problemas serios orgánicos agudos. Hay que tener en cuenta que muchos de ellos pueden cronificarse.
  • Insomnio crónico: Es aquel que tiene una duración mayor de 4 semanas, incluso pudiendo durar meses o años. Aunque algunos tienen una causa orgánica reconocible, suelen plantear problemas tanto de severidad como de conocer su causa. Dentro de este grupo, se incluye el ocasionado por fármacos, alcohol, trastornos psicológicos, alteración del ritmo vigilia/sueño, y el llamado "condicionado", que se caracteriza por tratarse de sujetos que tienen tendencia a dormirse en determinadas situaciones como, al ver la televisión, presentando después dificultades para conciliar el sueño por la noche.

¿Cuáles son las causas del Insomnio en el anciano?

En la mayor parte de los casos es de etiología multifactorial.

Por eso, ante un anciano con quejas de dormir menos, de despertarse varias veces por la noche, de despertarse demasiado pronto por la mañana y de tener sueño durante el día y consecuentemente dormir la siesta, se deben investigar el conjunto de factores o causas que pueden desencadenar o agravar el insomnio del anciano, como son:

Cambios fisiológicos del ciclo vigilia/sueño con la edad:

Tal vez, el factor más significativo es que la arquitectura normal del sueño cambia con el envejecimiento.

  • Con el paso de los años, se dedica menos tiempo a las fases reconstituyentes (NREM), de forma que hay una disminución gradual de la proporción de las fases de sueño lento y profundo (fases 3y4), con lo que la proporción de sueño lento no supera el 10% del sueño nocturno en los mayores de 60 años. Predominando el sueño ligero (fases 1y2).
  • Alteración de la calidad y cantidad del sueño REM (onírico).
  • Aumento de la frecuencia y duración de los despertares nocturnos (entre 8 y 40 despertares por noche, que representan 1ó2 horas de vigilia nocturna). Siendo los despertares debidos a un sueño ligero, susceptible de ser interrumpido por estímulos internos y externos.
  • La duración total del sueño disminuye gradualmente, ya que a partir de los 50-60 años se duerme menos tiempo, con un sueño de peor calidad, al cursar con frecuentes interrupciones. Así en líneas generales, el anciano suele dormir un promedio de 6 horas nocturnas y 1-2 horas diurnas frente a las 7-8 horas nocturnas de un adulto normal. Aunque el tiempo en la cama en el anciano se prolonga, estando un promedio de 8,5 horas en ella. Aumenta el número de siestas durante el día. Existiendo mayor somnolencia y fatiga diurna.

Por tanto, se puede afirmar que lo que disminuye con la edad no es la necesidad de dormir sino la capacidad de dormir.

Otro hecho es que, con la edad, ocurren cambios en nuestro reloj biológico o ritmo circadiano. De tal manera, que a medida que envejecemos se adelanta, produciendo un adelanto de la fase de sueño, de ahí que muchos ancianos se quejen de despertarse pronto por la mañana y ser incapaces de volver a dormirse.

Estas personas empiezan a sentir sueño al final de la tarde, alrededor de las 8-9, despertándose de madrugada. Por lo cual, aunque retrasen su hora de acostarse seguirán despertándose de madrugada. Significando que solo duermen de 5-6 horas, según su reloj biológico adelantado

Estos ancianos requieren como mejor tratamiento la exposición a la luz solar de mediodía o de primera hora de la tarde.
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Trastornos primarios del sueño:

Hay 2 trastornos primarios del sueño de elevada frecuencia en el anciano que pueden manifestarse como insomnio con frecuentes despertares nocturnos y somnolencia diurna, como son:

  • Síndrome de Apnea del sueño (SAS):
    Aunque en estos casos la hipersomnolencia diurna es más típica, pueden manifestar como queja primaria el insomnio. Ocurre en un 28% de los varones y un 19% de las mujeres, mayores de 65 años. Siendo individuos que no pueden respirar, con episodios de cese de la respiración (Apnea) de 10 segundos hasta 1 ó 2 minutos, y dormir al mismo tiempo. Pudiendo existir de 10-15 a más de 100 episodios respiratorios por hora de sueño.
    Debe ser sospechado en ancianos, sobre todo varones que roncan, obesos, hipertensos, con un sueño fragmentado y no reparador, lentitud mental y falta de concentración.
    Su importancia radica en que estos pacientes tienen un riesgo aumentado de morbi-mortalidad cardiaca y cerebrovascular. Ante la sospecha, sería aconsejable remitirlos, a la consulta de un neumólogo para conocer sus causas, valorar un estudio polisomnográfico, y establecer un tratamiento, bien sea higiénico como perder peso, farmacológico, un aparato de presión continua positiva en la vía aérea (CPAP), o incluso quirúrgico, según su origen y gravedad.
  • El Síndrome de piernas inquietas:
    Aparece antes de dormir y se caracteriza por una urgencia irresistible de mover las piernas, lo que le obliga a cambiar de forma permanente de posición y suele asociarse a las mioclonías nocturnas, que son movimientos periódicos de las piernas mientras duerme de 2-4 segundos de duración y repetidos cada 20-40 segundos. Cada movimiento va seguido de un breve despertar. Ocurre en un 30-45 % de los ancianos. Si se manifiestan con clínica, se descartarán entre otras: uremia, diabetes, enfermedad de Parkinson, fármacos…Su tratamiento es difícil y con efectos variables.

Trastornos del sueño secundarios:

  • Enfermedades médicas:
    Cualquier enfermedad lo suficientemente grave puede romper el ciclo vigilia/sueño. Siendo los mecanismos habituales por los que éstas causan insomnio: el dolor como en enfermedades neoplásicas u osteoarticulares; disnea como en enfermedades cardiorespiratorias; frecuencia urinaria (un 20% de los despertares de > de 5 minutos en los ancianos es causado por el deseo de orinar) como en enfermedades endocrinas o prostáticas; disconfort nocturno como la dispepsia, y otros síntomas que interfieren con el sueño normal.
  • Enfermedades neuropsiquiátricas:
    Como la demencia y la depresión. Las pesadillas, son frecuentes en ancianos con infartos lacunares cerebrales, enfermedad de Parkinson que toman levodopa, o en ancianos que toman fármacos que actuan sobre la fase REM del sueño como los antidepresivos tricíclicos, propanolol, esteroides, quinidina.
  • Uso de Fármacos y otras sustancias:
    Casi todos los fármacos pueden afectar al sueño. Teniendo en cuenta que la mayoría de los ancianos toman una o más medicaciones los efectos se pueden sumar y aún multiplicar, o bien porque los fármacos actuen directamente sobre el sueño como s la teofilina, antihipertensivos de acción central, fenitoína, Beta- bloqueantes, uso crónico de fármacos hipnótico-sedantes…etc, o bien a través de mecanismos farmacológicos indirectos como la nicturia que causan los diuréticos o la hipoglucemia por mal ajuste de los antidiabéticos orales.
  • El alcohol, tabaco y cafeína, son estimulantes, cuya acción puede durar más de 12 horas. Aunque existen variaciones individuales, los ancianos por su metabolismo suelen ser más sensibles a sus efectos.
Otros:

Incluyen malos hábitos de sueño, factores ambientales, problemas sociales, situaciones de stress, o falta de adaptación a cambios en el estilo de vida.

¿Cómo abordar el insomnio en el anciano?


Algunos ancianos o sus familiares piensan erróneamente que la somnolencia diurna es normal en la vejez, así como creen que las personas mayores necesitan dormir menos, por lo que puede influir en que no informen de sus problemas a su médico. Esto hace que, junto a que los ancianos suelen sobrevalorar o infravalorar la duración y calidad de su sueño, sea a veces difícil detectarlos, y por tanto establecer su tratamiento.

En primer lugar, en cuanto a su diagnóstico:
  • Es fundamental la colaboración del paciente anciano insomne, su pareja y su familia.
  • Primero consultando a su médico si observa, dificultades para conciliar el sueño, despertares tempranos por la mañana, ronquidos, pesadillas, bruxismo, tirones en las piernas y golpes en la cama, hipersomnolencia diurna, automedicación nocturna. También, a través de un "diario del sueño", donde se reflejara el número total de horas de sueño, la dificultad para conciliar y mantener el sueño, los despertares precoces, el nivel de actividad del día siguiente, las siestas diurnas, la rutina al levantarse y al acostarse; relacionados con el sueño durante las 24 horas del día en un periodo de 2 a 3 semanas.
  • Cabe mencionar, que los estudios polisomnográficos en el anciano, se recomiendan en situaciones especiales.

En segundo lugar, en cuanto al tratamiento:

La resolución de los factores predisponentes o precipitantes es el primer paso fundamental en el manejo del anciano con insomnio. Considerando posteriormente las medidas farmacológicas y no farmacológicas.

Medidas no farmacológicas:
Es importante que los ancianos sepan que con el paso de los años normalmente ocurren cambios en las pautas del sueño, de ahí que se debe insistir, en que en primer lugar se debe recurrir a la corrección de los malos hábitos del sueño, mediante unas recomendaciones de "higiene del sueño", ya que una gran mayoría de las quejas de los ancianos insomnes se van a poder solucionar si las realizan.

Recomendaciones:
  • Mantenga horarios regulares, tanto para acostarse como para levantarse.
  • Duerma solo lo necesario para encontrarse descansado y despejado al día siguiente. Limite la presencia en la cama a un máximo de 8 horas.
  • Durante el día, limite las siestas a un tiempo máximo total de 30 minutos. Evite dar cabezadas durante el día.
  • Intente realizar ejercicio moderado y continuado durante el día (caminar es suficiente), aunque no en las horas inmediatamente anteriores al acostarse.
  • Reserve el dormitorio exclusivamente para dormir.
  • Procure que el dormitorio sea tranquilo y sin exceso de luz, con una temperatura agradable. En una cama confortable, con un pijama adecuado.
  • Cuide su alimentación, de forma que separe la hora de acostarse de la cena, ni se vaya con hambre a la cama. Tomese un vaso de leche templada.
  • Evite o disminuya sustancias estimulantes, como café, alcohol, te, chocolate, bebidas de cola, sobre todo 6 horas antes de acostarse.
  • No se esfuerce demasiado en intentar dormir, si después de 30 minutos de estar en la cama es incapaz de conciliar el sueño. Levantese y realice alguna actividad relajante como leer, darse una ducha de agua templada, hasta que sienta de nuevo sueño. Evite estar viendo las manecillas del reloj.
  • Limite la ingesta de líquidos previa a irse a la cama, así evitara los despertares nocturnos para ir al baño.
Medidas farmacológicas:
Solamente cuando lo anterior no haya dado resultado se recurrirá a ellas. La prescripción de Benzodiacepinas de vida media corta o de otros fármacos, además de realizarse a la más baja dosis, solo se hará en el caso del insomnio transitorio o el de corta duración, o a corto plazo en el insomnio de tipo crónico, de forma intermitente. No se automedique, confíe en su médico y siga sus indicaciones.


Dra. Cristina Castro Cristóbal
Especialista en Geriatria
Hospital de Getafe. Madrid
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